http://revistatecnic.net/dossier/2010/05/educacion-y-museos-la-gestion-didactica
La didáctica es la ciencia pedagógica que tiene como objeto estudiar e intervenir en el proceso de aprendizaje, con el fin de conseguir una formación intelectual en el propio educando. Esta disciplina, aplicada tradicionalmente a la organización escolar formal, ha adaptado sus procesos para aplicarlos a otras especialidades que, en ocasiones, han sido consideradas de menor importancia en el desarrollo evolutivo-educativo del individuo. La formación social, laboral, cultural y de adultos, son claros ejemplos de esta adaptación. Y este hecho ha logrado impulsar una formación intelectual y social en sentido transversal y continuo, que afecte a todos los individuos con independencia de su consideración económica o edad, buscando una formación durante y para toda la vida.La moda, al igual que los ajetreos del mercado, puede explicarse a través de la teoría de la mano negra de Smith. Una especie de ente invisible que regula las elecciones en la estética, la armonía o la belleza. Pero a lo largo de la historia antigua, esta mano negra fue sustituida por los monarcas y nobles, que marcaban las pautas de la moda. Siglos más tarde las revistas femeninas, los y las cantantes, actores y actrices e incluso las ministras de los gobiernos han asumido este papel. Si sirviera este párrafo de definición del concepto, debería acabar diciendo que la moda es también la tendencia que modifica la conducta de los individuos de manera arbitraria. La lástima es que esta manipulación no solo afecta a las vestiduras o accesorios. La lástima es que también afecta a los estilos de vida y en los últimos años a los pensamientos, prácticas y teorías, y hasta a los conceptos académicos. El proceso es el siguiente: uno descontextualiza, adapta y…aplica, aplica, aplica, hasta que ¡alehop!; el concepto de moda ya está listo.
El término didáctico está de moda, en boga. Ha adquirido popularidad, renombre y prestigio. Y no es extraño encontrarlo utilizado como adjetivo calificativo, acompañando a una infinidad de actividades y proyectos que carecen realmente del método o procedimiento pedagógico que las hace merecedoras de dicho apelativo.
En este dossier vamos a tratar de entender cuáles son las condiciones básicas que debe contener una acción para considerarse didáctica. Empezamos.
El proceso comunicativoAlgo en lo que los especialistas están totalmente de acuerdo es en afirmar que los espacios museísticos y expositivos deben asegurar una adecuada mediación entre el museo -la obra- y el público. Un apropiado diálogo que consolide un flujo de visitantes adecuado y rentable, tanto económica como políticamente.
Esta realidad es obvia en la actualidad, cualquier espacio que se precie utiliza recursos interpretativos de toda índole. Desde la escenografía, las proyecciones audiovisuales o los materiales gráficos hasta la pequeña cartela junto a una obra con su información básica. Y claro está que esta utilización, en ocasiones exagerada, en ocasiones escasa, parte de la necesidad básica de comunicar. Pero, ¿son eficaces estos métodos?, ¿es idónea la expresión “el arte se explica por sí mismo”?, ¿el público está realmente formado para responsabilizarse de su papel como espectador?
Si nos acercamos a las técnicas tradicionales de la comunicación, encontraremos lo que los teóricos denominan “esquema básico de la comunicación” (según Shannon y Weaver). Un diagrama que explica muy claramente cuáles son los elementos para que se dé con efectividad el proceso de interrelación informativa. Estos son seis: el emisor, el receptor, el código, el canal, el mensaje y el contexto. Centremos nuestra observación en dos de ellos.
El código es la conjunción de signos y reglas que componen el mensaje. Este debe ser común entre el receptor y el emisor para que la comunicación se considere eficiente. Como ejemplo podemos encontrar las señales de tráfico, la sirena de una ambulancia o las gesticulaciones corporales, aunque el más importante de todos ellos es el conjunto de signos lingüísticos. Por otro lado, el mensaje es la propia información que el emisor envía al receptor, elementos de información sin los que el proceso comunicativo no tendría sentido.
¿Entendemos pues que la obra a mostrar es código o mensaje? Si la respuesta fuera considerar que una obra de arte es un código, un signo que quiere transmitir un mensaje expresado en ella por parte del creador, tenemos que entender que éste debe ser compartido entre emisor -artista- y receptor -público-. Para ello el espacio expositivo está obligado a hacer común dicho código a través de la presentación del propio proceso creativo, emocional, estético, etc. El espectador debe aprender y entender el desarrollo de la obra para comprender el mensaje.
Sin embargo, si entendemos la obra expuesta como un mensaje en sí mismo, ésta debería ir acompañada del resto de elementos que forman el esquema comunicativo. Un emisor que lo proyectara, un contexto físico, psicológico o emocional, etc. Claramente esta segunda concepción podría vincularse a la obra performativa, realizada en vivo y en directo.
Es el momento entonces de reflexionar sobre cómo hacer para que el emisor y el receptor compartan un mismo código en un espacio museístico.
La didáctica como herramienta para el aprendizajeEl método pedagógico ha evolucionado a la largo de la historia. Ha dejando atrás una visión tradicional centrada en la figura del educador como alguien al que había de imitar y obedecer y que era condición de éxito o fracaso del educando.
Este progreso de la idea pedagógica nace a principios del siglo XIX con la Nueva Escuela, un movimiento de renovación que se centró en la percepción de la enseñanza como una acción activa que estimulara el interés del educando por la formación intelectual, afectiva y moral. Dicho rejuvenecimiento ha logrado modernizar los cuatro pilares fundamentales del proceso (el educador, el beneficiario, el contenido y el método de aprendizaje), encaminándolos a concebir la enseñanza como un objetivo deseable en sí mismo.
La didáctica, entendida como la ciencia que se ocupa de los métodos prácticos de enseñanza, también evoluciona. Se adapta a las nuevas tendencias y a los nuevos modelos. Y es así como nacen procesos didácticos centrados en el educando, en el contenido o en la construcción del saber por el propio educando. Pero siempre basados en los componentes básicos de todo acto didáctico. Entre ellos, uno de los de mayor relevancia es el Currículo.
El Currículo es el conjunto de competencias básicas, objetivos, contenidos, criterios metodológicos y de evaluación que los educandos deben alcanzar en un determinado acto educativo. Es un documento que permite planificar las actividades académicas.
Los contenidos del Currículo comprenden el conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que el alumnado debe aprender y el educador estimular. Estos, entendidos dentro del nuevo rumbo pedagógico, se dividen en tres:
1. Conceptuales. Se refieren a las capacidades intelectuales para operar y entender la información descriptiva, símbolos, representaciones o conceptos. Aquellas representaciones objetivas de una realidad.
2. Procedimentales. Considerados como las capacidades prácticas. Acciones y métodos de actuar y resolver problemas. Conducen a los educandos a dominar técnicas o habilidades.
3. Actitudinales. Hacen referencia a los valores y las capacidades sociales y personales para participar activamente en el ámbito comunitario.
Este esquema básico debe ser aplicado a aquellas acciones consideradas didácticas y promovidas en cualquier institución cultural. Es imprescindible que los museos hagan el esfuerzo de adaptar su función divulgativa a los métodos y prácticas de las ciencias de la educación, adecuando su papel social al resto de instituciones implicadas en el desarrollo de la sociedad.
Y aunque todavía no encontramos ejemplos de éxito en sistemas didácticos para adultos, si podemos observar modelos dedicados a infantes que a través de departamentos creados ex profeso proponen acciones serias y de calidad en sus instituciones. Vemos algunos casos.
Museos para niños y niñas: el caso del PradoHoy en día cualquier proyecto museológico que se precie debe incluir un cuidado programa educativo que satisfaga las necesidades de los centros escolares. Responder a la gran demanda de este tipo de público que ha conseguido convertirse en uno de los principales y más exigentes targets de los museos.
En este sentido, los “departamentos de didáctica” han aterrizado en la estructura organizativa de los museos como un elefante en una cacharrería, forzando la adaptación de las instituciones y relegando, en ocasiones, a áreas tradicionales activas que entendían únicamente estos espacios como un lugar para la reflexión y el estudio, y nunca para el divertimento y el recreo. Pero en la mayoría de los casos, esta adecuación no ha sido algo traumático, incluso podemos mostrar verdaderos casos de éxito en los que se ha conseguido mejorar las estrategias de comunicación de la institución y por ende el número de visitas. Vemos alguno de ellos.
El Museo Nacional del Prado es uno de los espacios culturales que ha implantado con mejor acierto un programa de innovación pedagógica realmente ambicioso, trabajando de forma transversal al normal funcionamiento de un museo de estas características. Entre las iniciativas que destacan encontramos las siguientes:
1. “El arte de educar”. Este proyecto tiene como objetivo fomentar una serie de acciones didácticas para atender las necesidades tanto del colectivo escolar como familiar. En colaboración con la Fundación “La Caixa”, el proyecto contempla distintas modalidades de visita a las colecciones del Prado. Las dirigidas al alumnado entre los 8 y 16 años son las más animadas; se trata de visitas dinamizadas o autónomas que ofrecen la muestra de las obras más importantes de la pinacoteca a través de un educador o mediante un cuaderno en papel respectivamente.
2. “El Prado para todos”. Este programa de integración y accesibilidad para personas con discapacidad, facilita la visita de cualquier persona a través de la utilización de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC). Una serie de soportes electrónicos explican las obras del museo a través de la amplificación del audio o las signoguías, incluyendo también la posibilidad de la adaptación de una visita guiada tradicional a las necesidades de cada colectivo.
Los profesores y educadores son también una prioridad para el museo. El área de educación programa regularmente actividades dirigidas a profesores en activo, apoyando de esta forma su labor educativa y facilitando el trabajo en clase.
Además de estas actuaciones claramente didácticas, debemos destacar el esfuerzo del museo por plantear actividades fuera de sus propios muros, programando propuestas formativas en colaboración con otras organizaciones a lo largo de todo el territorio español.
De la galería de arte al museo didácticoEl Museo Pedralba dos mil, ubicado en una antigua casa solariega de 1911, es el producto de treinta años de trabajo profesional de la galería valenciana Val i 30. La colección que se inicia en 1966, cuenta en la actualidad con más de 600 obras inventariadas, la mayoría de arte español, y en particular del sector valenciano.
La variedad de estilos y autores hace de esta colección un ente idóneo para el aprendizaje del arte, particularmente del contemporáneo. Por ello la directiva del Museo optó por la creación de un Centro de Interpretación del Arte Contemporáneo. Su finalidad no es la de interpretar, sino la de proporcionar instrumentos y crear situaciones que lleven a los participantes de los talleres a establecer sus propias conclusiones y a trabajarlas en grupo.
Las actividades educativas pretenden que los alumnos participantes alcancen aprendizajes significativos a partir del descubrimiento personal, para lo cual, lógicamente, debemos orientar la didáctica partiendo de los conocimientos previos que, al menos teóricamente, tiene el alumno. Los monitores, especialmente en los talleres destinados a los más pequeños, actúan como guías para que los alumnos vayan por sí mismos alcanzando los objetivos previstos.
La externalización de la didáctica de los museosComo hemos visto, el rol educativo y la función pedagógica de los museos podría considerarse el terreno menos explorado de estas instituciones que, a menudo, tienden a distanciarse de las necesidades educativas y pedagógicas de la enseñanza.
Sin embargo, los museos ofrecen posibilidades excepcionales desde el prisma de la educación y la comunicación. Y, observando desde esa perspectiva, será cuando se logre romper el concepto de lugar frío, elitista o tedioso, y cada sector de la sociedad comenzará a asumir el papel que le corresponde en él.
Y, dado que todo lo que se hace perdura mucho más en nuestra memoria que lo que se ve, surge la necesidad de dar respuesta a las demandas del público; es en este momento cuando la iniciativa privada se convierte en agente activo, generándose una colaboración entre ésta y la propia entidad pública.
Nos ponemos en contacto con Inés Martínez, jefa de proyectos de Expociencia, que nos abre los ojos ante la pluridisciplinaridad y las inagotables propuestas de contenidos, montajes y recursos que trabajan. Schola Didáctica Activa nos revela las claves a tener en cuenta a la hora de plantear una colaboración entre empresa privada y museo, de la mano de Núria Castellano y Eva Mª Poblador, parte del equipo directivo.
¿Cómo puede colaborar una empresa con un museo local?Núria Castellano y Eva Mª Poblador
scholactiva@scholactiva.com
SCHOLA. DIDÀCTICA ACTIVA S.L es una empresa que tiene el objetivo de crear y realizar recursos y actividades didácticas para trabajar la Historia y el Patrimonio Cultural, ya sea general o el propio de la localidad. Para llevarlo a cabo utilizamos una metodología basada en la pedagogía activa, que busca la implicación del participante y su sensibilización entorno al pasado, siempre a partir de actividades muy activas y atractivas. El proyecto nació en 1990 para dar respuesta a la demanda creciente de actividades y proyectos didácticos relacionados con la divulgación de la Historia y del Patrimonio Cultural.
Nuestros proyectos van dirigidos a centros docentes, administración pública, entidades públicas y privadas relacionadas con la historia y el patrimonio y, en especial, museos y centros patrimoniales. Tanto para grupos escolares como para público adulto y familiar, las actividades que desarrollamos en los museos tienen como principal objetivo hacer revivir al visitante la época en la que existió el elemento patrimonial. De una manera didáctica, motivadora y participativa, logramos la puesta en valor del patrimonio y reforzamos los lazos de pertenencia a la localidad.
En general los museos necesitan dar respuesta a una serie de temas relacionados con la didáctica y la atención al público en general y al escolar en particular. Pensamos que es fundamental disponer de una oferta variada, cambiante, competitiva frente a otras ofertas museísticas y atractiva para todo tipo de públicos. Tampoco podemos olvidar en ningún momento que es necesario crear actividades que nos permitan desarrollar una serie de competencias con un contenido curricular a la vez que atractivas y consistentes. Por este motivo, cuando recibimos un encargo por parte de un museo local, el primer objetivo es personalizar la propuesta teniendo en cuenta el patrimonio que existe y el tipo de público al cual va dirigida la propuesta.
Estas ideas que en Schola Didàctica Activa S.L tenemos tan asumidas son muy complicadas de llevar a la práctica ya que muy a menudo los museos no tienen presupuesto ni personas con formación en didáctica, o bien si la tienen, se encuentran rodeadas de tantas funciones diversas que no pueden invertir el tiempo necesario para poder crear una oferta didáctica adecuada a todos los tipos de público. Además su trabajo no acaba aquí, se encuentra con la dificultad de poder contar con un equipo de guías o monitores capaces de asumir esta oferta didáctica con compromiso y profesionalidad. No se puede culpar al equipo de guías de estos problemas ya que ellos se encuentran con una falta de equilibrio entre demanda y el coste de mantenimiento del equipo.
Desde Schola Didàctica Activa S.L defendemos la idea de que la empresa puede colaborar con el museo en todo momento. La empresa puede crear actividades, proyectos didácticos, formación de los propios guías, realizar los monitorajes, mejorar actividades ya existentes sin olvidar en ningún momento la importancia que tiene la estabilidad económica de los guías. El tener una oferta didáctica variable ayuda a romper con la monotonía, enriquece y genera nuevas expectativas que hacen que el equipo de guías sea más competitivo.
La experiencia nos ha enseñado que cualquier act ividad que queramos ofertar relacionada con el patrimonio necesita tener unos valores añadidos como son el sensibilizar, concienciar, entretener, hacer pensar, divertir, poner en valor y como no crear un vínculo entre el museo y el visitante. Schola Didàctica Activa S.L adapta su trabajo a las necesidades del museo. Algunos necesitan puntualmente a la empresa para alquilar sus actividades y realizarlas durante un período concreto en su museo como sería el caso del Ecomuseo de Rubí, del Museo Municipal de Arenys de Mar o del Museo de Gavà. Otros buscan la creación de una actividad con unos materiales didácticos adecuados a cada caso y la formación de monitores que ya tienen en esos museos, éste sería el caso del Gaudí Centre de Reus, del Museu del Mar de Lloret de Mar o del Museu Can Deu de El Vendrell. En otras ocasiones se necesita de todo el paquete (creación de talleres, actividades familiares, itinerarios, dosieres para el educador, cuaderno didáctico para el alumnado, materiales…) como sería el caso del Museo de Historia de L’Hospitalet de Llobregat o el Museo Vil•la Casals.
Desde el punto de vista de una empresa, empezar a trabajar con un museo significa una gran inversión de tiempo y la necesidad de conseguir una implicación y complicidad por ambas partes. Es un trabajo lento que necesita de todos y donde los resultados se verán a largo plazo.
La didáctica en los museos Inés Martínez (Jefa de Proyecto
Expociencia)
Durante los últimos años, las instituciones museísticas han ido progresivamente abandonando su carácter de centros estáticos, aislados y taxonómicos, basados exclusivamente en la descripción ordenada y decimonónica de sus colecciones, para configurarse en espacios dinámicos, de comunicación, interpretación, contextualización y aprendizaje significativo y participativo, para realizar una transmisión de conocimientos científicos efectiva y atractiva. Se da por tanto una mayor sensibilidad respecto al papel didáctico que ofrecen los museos.
Estos espacios culturales, cuyo objetivo es transmitir una idea en torno a un tema específico siguiendo un hilo argumental, suelen albergar distintas tipologías de recursos museográficos, especialmente interactivos y participativos, que captan la atención y despiertan el interés de los distintos segmentos de público, especialmente del público escolar. Generalmente, la conexión con la enseñanza y el aprendizaje convierte a dichos espacios en los lugares idóneos para trabajar contenidos actitudinales, difíciles de trabajar en el aula.
De esta manera, el contexto del museo ofrece al alumnado un aprendizaje informal, diferenciado del formal propio del aula. La diferencia entre ambos no se refleja solo en el espacio físico sino también y, sobre todo, en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Algunas de las ventajas del contexto informal frente al formal son las siguientes: por una parte, el profesorado podrá aplicar sus teorías in situ, ofrecerá actividades diversificadas y la secuenciación de los conocimientos será multidisciplinar; por otra, el alumnado se implicará emocionalmente en los contenidos del mensaje expositivo, tendrá curiosidad por aprender y podrá contextualizar lo aprendido en su vida cotidiana.
Este tratamiento pluridisciplinar y multipropuesta de contenidos, montajes y recursos cubre las demandas de los visitantes escolares y familias, que encontrarán en los museos un marco de referencia no solo de visita sino también de participación en actividades, eventos y programas, donde aprender, entretenerse, informarse y divertirse. Para que la oferta sociocultural de las infraestructuras culturales sea lo más efectiva posible, es necesario adecuar los mensajes expositivos y los programas públicos y educativos a los intereses, capacidades y conocimientos previos de los visitantes escolares, para garantizar en todo momento la comprensividad de los mismos.
Los recursos museográficos didácticos utilizados en los equipamientos culturales se basan en diferentes principios, como utilizar recursos variados para sorprender y evitar cansar al visitante; enseñar el “cómo se hace” y el “cómo lo sabemos”; reducir los mensajes para que sean cortos y claros, sin perder el rigor científico; y estructurar la información con una jerarquía clara en distintos niveles de información.
Existe variedad de materiales didácticos, programas públicos y educativos que permiten optimizar la visita de los usuarios escolares, implican un reto para ellos y recurren a diversidad de estrategias mentales y habilidades. Se pueden desarrollar tanto en el interior de los museos (aulas de educación, talleres, bibliotecas o salón de actos) como en su exterior. Entre los materiales didácticos están los folletos de orientación, de sala, publicaciones específicas o el catálogo; entre los programas públicos, existen programas para familias, demostraciones, talleres para adultos y cursos de formación, programas de eventos, jornadas y congresos, etc.; y entre los educativos, resaltan las guías, fichas didácticas, las mochilas, maletas, demostraciones y juegos de pistas, entre otros.